La semana pasada en Microbiología me hicieron hacer un lindo cultivo de bichitos. Totalmente escéptica, me dispuse a ver como fracasaba la experiencia... Ignorante! Me debe haber gritado el ilustre inventor de la palabra "bacterias" y "hongos". De una moneda, respiración y simple ambiente cocinesco, salió una increíble cantidad de hongos asquerosos y mugrientos y muy mersas (sic). Los miro y no lo puedo creer... Oh, my God, i´ve created Lutherans!!!!
Así que ahí están. Y ahora mucho más desarrollados, quiero aclarar.
Ni hace falta decir que lo único que quiero hacer es tirarle Lysoform. Es así, quiero ver si la linda latita verde dice la verdad y mata el 99,9% de bichos microscópicos. Y no lo digo de simple espíritu destructor, para nada, no, no, no. Lo digo porque verlos ahí, luchando por existir, por crecer, me rompe el alma. Ellos también tienen sentimientos, aunque tengan tengan el aspecto de una mugrosa infección deforme y horrible. Ellos lloran como las vaquitas, se enamoran, y toman ese hermoso color verde esperanza. Y sufren, particularmente, sufren, pobres criaturas de Dios. Ahí encerrados en ese pequeño volumen. No puedo evitar sentirme una vil torturadora, cruel y extremadamente malvada. Por eso quiero matarlos, ven? Soy una benefactora.
Al lado mío, Ghandi, Luther King y Teresa de Calcuta, porotos son.