jueves, febrero 18, 2010

Viento del este, llega la peste

Subo por una ladera empinada, pero sólo cuando llego a la cima, me entero que se trata del Everest. Arriba hay una fiesta, hay gente que baila y otros que me hablan, no les entiendo lo que dicen. Me hacen alguna pregunta, o eso es lo que supongo, no sé que contestar. Me uno a ellos y seguimos la fiesta por un rato. Nadie tiene arneses, ni ropa adecuada, ni siquiera sentimos el frío. Pero evidentemente hace frío, aunque no lo sienta, y la nieve se derrite en mi espalda y en mi cara. El viento la seca.

Hoy me desperté con un enorme dolor de garganta. Me pregunto si existe un Fredy Krueger con especialización en enfermedades meteorológicas y no tan sanguinario con muerte y esas cosas. No lo vi, pero asumo que existe. Y que fui su última víctima.