miércoles, diciembre 17, 2008

No me río de Janeiro, me río de La Plata

Miro las ondas, el movimiento de la superficie me embriaga, me confunde. No es líquido, ahora ya estoy segura. Es una masilla, y puedo hundirme en él, sin ahogarme. Si presiono mi mano allí donde el sol lo quema formando una pequeña chispa, dejará su forma marcada y la sacaré limpia y seca. Si intento caminar en el sendero de luces que se refleja en el amanecer, mis pies dejarán sus huellas y yo podré salir limpia y seca. Su hasta ahora desconocida realidad me abruma, y la imagen que formé de él es como un sueño. Disfruto verlo por las mañanas cuando el viento forma sutiles oleadas marrones, y allí estoy segura que lo que veo yo es la verdad. Que el río no es líquido, sino sólido, que puedo embarcarme en él sin mayor inconveniente que tomar la decisión. Sólo él y yo. Nadie más vive en mi ilusión. El sol nos ilumina y nos dice que eso es cierto, que él me da la bienvenida, y que soy la única que lo ve tal cual es. No le tengo miedo y eso es lo que nos acerca, él engulle a aquellos que no pueden sentirlo, que no pueden amarlo. No sé cuando fue que me di cuenta, cuando fue que la verdad se igualó a la imaginación y me envolvió en un mundo de plastilina marrón y pasos en un río, tan diferente al mezquino mar, con sus grandes olas y soberbia mirada distante. Esto es algo distinto a todo, es sentir que él y yo somos protagonistas y espectadores a la vez. Y que no hay nadie más.

Hay gente que dice que un secreto es un peso muy grande de llevar. Yo hoy lo he compartido, pero sé que no me creerán. Al fin y al cabo, eso es lo que busco, saber de mi sinceridad pero que nadie entre en la historia que compartimos el río y yo cuando la tarde llega y voy a visitarlo.

3 comentarios:

Unknown dijo...

tu pluma me enamora; y aunque compré tu historia de sinceridad, te digo que no. Porque quiero que ese río que supiste conquistar con tu mirada para que te mostrase sus secretos siga siendo solamente tuyo.

ElRuso dijo...

Casi que aprendí a nadar en el rio.
Ir hasta la boya, trepar a ella, zambullirse desde ella en la marronidad fresca y oscura, y luego jugar el imposible columpio de volterla aseguraba un día más de verano inolvidable.
Ya no me baño en el río, pero lo miro, cada tanto, pedaleo 18 km para verlo y me conmueve. Claro que Fandermole lo dijo mejor. http://www.jorgefandermole.com.ar/tema06.htm

tiacosas dijo...

io: gracias por dejarme mantener la privacidad de mi relación con el río. Es alucinante.

ruso: a mí se me hace imposible la idea de nadar en él. Realmente lo envidio, parece una experiencia única. Muy lindo el tema que me recomienda, realmente hermoso.

Abrazos desde mi lugarcito junto al río de plastilina.